¿Agile o Waterfall?

Itaú Uruguay
5 min readMar 4, 2021

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Cada vez escuchamos hablar más de las metodologías ágiles y seguramente varios se pregunten qué son, para qué sirven, cuándo son útiles y cómo incorporarlas. Estas metodologías son una parte esencial de los procesos de transformación digital que nos invitan a tomar las buenas prácticas de la industria tecnológica para generar nuevas culturas organizacionales con flexibilidad y adaptabilidad ante los cambios, foco en la experiencia de clientes y procesos más ágiles.

Para entender más acerca de cómo se vive el día a día utilizando las metodologías ágiles, conversamos con María Eugenia Queirolo, líder técnica del área de Sistemas.

¿Cuáles son las principales diferencias entre agile y waterfall?

Históricamente los desarrollos de software se realizaban siguiendo la metodología waterfall, con etapas preestablecidas (análisis de requerimientos, diseño, implementación, testing y puesta en producción) y con la condición de no poder pasar de una etapa a otra sin terminar la primera por completo. Hay establecida una estructura jerárquica encabezada por un líder tomador de decisiones y responsable del proyecto. La fase de testeo se implementa luego de completada toda la construcción, y se entrega al cliente el producto terminado para su evaluación.

Con la aparición de entornos inciertos donde no se conoce con certeza cuál y cómo será el producto final, la metodología waterfall presenta rigideces que impiden involucrar al cliente para contar con su feedback¸ introducir mejoras a partir de los errores detectados, y que por lo tanto resulta en procesos más costosos y de menor eficiencia.

Por eso, surgen las metodologías ágiles que incorporan las pruebas de testeo durante el desarrollo del producto, involucran constantemente al cliente final, muestran avances periódicos del producto y cada entregable integra mejoras incrementales respecto al anterior. Además, la estructura de los equipos es horizontal, no hay un jefe formal, sino que todos los integrantes del equipo tienen roles diferenciados e igualmente importantes.

¿Cómo funciona un equipo ágil y qué ventajas tiene?

Un equipo ágil es multidisciplinario, con integrantes de varias áreas (productos, sistemas, marketing, comercial) para asegurar una mirada completa, variedad de conocimientos e ideas más robustas. También es independiente, de manera de que el desarrollo de sus productos no se demore a la espera de otras áreas. Esta independencia trae mayor libertad, pero también mayor responsabilidad sobre los resultados. Tienen un objetivo en común y un fuerte compromiso conjunto. Todos los integrantes se involucran en cada paso del proyecto. Se auto organizan, creando juntos la táctica que usarán para conseguir sus objetivos, identificando las tareas y asignándoselas entre ellos. No hay un jefe del proyecto, sino que todos se lo adueñan y colaboran para el objetivo común.

¿Cómo vivís tu día a día en Itaú utilizando las metodologías ágiles?

Utilizo las metodologías ágiles a diario, trabajando en un equipo conformado por personas de Sistemas, Marketing, CRM, Negocios y varios proveedores. Diariamente tenemos agendadas distintas “ceremonias”, que son reuniones para discutir entre todos la solución a distintos requerimientos, planificar cómo lo vamos a llevar a cabo, hacer un seguimiento diario de los avances y finalmente analizar qué mejorar en nuestra forma de trabajo, así como también reconocer lo que estamos haciendo bien y que queremos mantener.

¿Utilizan herramientas para poder acompañar la implementación de esta metodología de trabajo?

Para poder hacer un mejor seguimiento de cada proyecto utilizamos algunas herramientas, como por ejemplo Jira. Ahí registramos todos los requerimientos en el backlog, que es una lista de tareas que surgen a partir de tormentas de ideas que hacemos periódicamente o que recibimos de distintas áreas del Banco. Luego seleccionamos sobre cuáles vamos a estar trabajando, detallamos las especificaciones y registramos en qué etapa se encuentra cada una. Finalmente, una vez que lanzamos a producción un nuevo producto o servicio, tomamos distintas métricas para ver cómo fue recibido por nuestros clientes y definir cómo podemos seguir mejorando el MVP, que es el “mínimo producto viable”, es decir, una versión del producto que le otorga valor a nuestros clientes, pero a la que se le pueden seguir sumando nuevas mejoras.

Habiendo vivido la transformación digital que viene transitando el banco, y experimentando el cambio de waterfall a agile, ¿cuáles han sido los principales aprendizajes para ti?

Desde que empezamos a utilizar estas metodologías se logró una mayor sinergia entre las distintas áreas del Banco. La interacción que mantenemos a diario y las distintas ceremonias que llevamos a cabo permiten que cada uno pueda dar su punto de vista desde el rol que ocupa, pero que también pueda aprender y opinar sobre temas para los cuales no se es referente. En mi caso, siendo líder técnica (representando al área de Sistemas), estoy aprendiendo mucho sobre los distintos productos de Itaú, sobre el comportamiento de nuestros clientes y sobre áreas que desconocía, como por ejemplo Marketing. Además, me resulta súper interesante que, luego de lanzar un nuevo producto o servicio al mercado, podamos ver qué aceptación tuvo por parte de nuestros clientes, entender qué aspectos hicieron que el mismo fuera exitoso o no, y de esta forma trabajar en un proceso de mejora continua. Todo esto es posible gracias al trabajo en equipo y al compromiso de cada uno de los integrantes de este grupo multidisciplinario que mencionaba anteriormente, lo cual nos permite desarrollar los productos y servicios que mejor se adapten a las necesidades de nuestros clientes.

Para cerrar, sería bueno entender si las metodologías ágiles son aplicables a cualquier proceso o si waterfall sigue siendo una metodología válida en determinados casos.

Es importante recordar que las metodologías ágiles no aplican para todos los proyectos. La metodología a utilizar (ágiles o waterfall) dependerá de varios factores. Por ejemplo, si conocemos las especificaciones del producto final –y sabemos que estas no cambiarán en durante el proyecto-, si tenemos un presupuesto cerrado, o si no podemos contar con el usuario final durante el desarrollo, probablemente waterfall sea lo más adecuado. Por el contrario, si el proyecto es complejo, requiere entregas intermedias, alta participación del usuario y se necesita algún tipo de retorno (ingresos, imagen, visibilidad, etc.) a lo largo del proceso, será mejor utilizar metodologías ágiles.

Transformación digital en Itaú, es una cuestión de actitud. ;)

Te invitamos a estar atento a las próximas notas donde hablaremos en mayor profundidad sobre las metodologías ágiles que utilizamos en nuestras oficinas.

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