Café Misterio: La esquina del misterio.

Elegir una tienda donde comprar un libro para regalar, encontrar un lugar de almuerzo donde reunirse o probarse una prenda para una ocasión especial. Decisiones que tomamos todos los días casi sin darnos cuenta, pero que nos generan un vínculo con esos proyectos que tanto nos gustan. Por eso, desde Itaú decidimos contar la historia de seis emprendimientos que desde su área generan cambios trascendentes y positivos en la sociedad, en el medio ambiente, en la cultura y en su entorno. Esta es la historia de Café Misterio.

3 min readNov 6, 2020

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En la esquina de Rivera y Costa Rica ningún negocio duraba demasiado. Incluso, algunos decían que estaba “maldita”. Sin embargo, cuando Roberto Behrens y Juan Pablo Clerici entraron a un local que estaba ubicado allí sintieron una conexión inmediata con el espacio y eligieron abrir un café; como decidieron llamarle ellos. Era mayo de 1993 y los dos emprendedores, veinteañeros, se lanzaron a la aventura de sus vidas: Café Misterio.

“He abierto otros lugares y nunca vi una inauguración como esta, hubo una explosión de energía indescriptible”, recuerda Behrens.

Es que aquel Montevideo no contaba con la oferta gastronómica que hay hoy en día y los comensales estaban acostumbrados a propuestas tradicionales. Café Misterio empezó con comida sencilla, pero bien hecha, con platos como milanesa trufada — que se mantiene en la carta — o papas con champiñones. El foco, al principio, estaba puesto en el bar y la vida nocturna.

A dos años de su apertura convocaron al sushiman brasilero Marcelo Salvador a que instalara una noche semanal de sushi: eran los primeros en la ciudad en incorporar ese plato a la carta. La apuesta fue un éxito y con él se dio un quiebre en cuanto a la gastronomía del restaurante, que pasó a ser vanguardista.

“En el sushi con muy pocos ingredientes tenés que lograr algo excelente y la manera de hacerlo es con un buen producto. Entonces, de a poquito, a partir de eso empezamos a prestarle más atención al pescado y a vender más pescado que otra cosa. Fue el comienzo del cambio gastronómico en el café. De repente hasta ese momento el producto no era tan importante como empezó a serlo después”, reflexiona Clerici.

Café Misterio siempre fue rupturista. Ya sea por su ambiente relajado, las fiestas que duraban hasta la madrugada, o con su propuesta gastronómica con ingredientes como tomates antiguos o rúcula, que antes no se usaban. Como explica Clerici, “la alta gastronomía ya no es estar sentado en un lugar espectacular, todo de blanco y con cubiertos de plata. Lo que hacemos es pasarla bien”.

El crecimiento de este emprendimiento gastronómico también significó el crecimiento de sus proveedores, desde los pescadores hasta agricultores, que vieron una transformación en el paladar local. Y también otras personas vinculadas al café, como los djs y músicos que han ido a tocar allí o Itaú, socio comercial desde los comienzos — de ambos — .

“Itaú siempre estuvo, no solo apoyando sino difundiendo. Ha sido un actor clave en el crecimiento nuestro, explica Behrens y añade que “en estos momentos de pandemia, es muy importante el respaldo del banco”.

Que un restaurante se mantenga casi 30 años es meritorio, pero que lo haga de la manera que lo ha hecho Café Misterio, renovándose constantemente es casi un milagro. Hoy, por ejemplo, se encuentran innovando en el área de envíos a domicilio e incorporando productos propios, como un vino desarrollado en conjunto con una bodega local o el aceite de oliva, que lo hace Clerici en su chacra. Para los dos socios, todo parte del vínculo entre ellos.

“Lo que es un estandarte en nuestra relación es apoyar y respetar las decisiones de cada uno en su rubro. El pilar más fuerte de todos es la confianza”, cuenta Clerici y Behrens agrega: “El café es como un hijo, uno le tiene que dar, enseñar y guiar”.

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